... me amansan los corderos de la noche
hasta que despierto.
Mis enanas y beligerantes pestañas te imitan, la
virulencia de esta llama de vela vigilante.
Ya me quemo entre la furia de sus
inquietantes esquinas, son esquirlas transformándose en insensatez.
Me arrojo en un pensamiento que no envejece. Vagamos eternos en nuestras
fantasías.
Todo es fin escondiéndose en el hueco de las promesas, sacudiendo la memoria incrustada en mi extensa película.
Perséfones y abedules mienten envistiendo engaños en mi hierática cara.
Acerco mis pesadas huellas a un ente. Buscaba el indulto de un adulador. Esa fragancia que diluye en la razón mi simple conquista. Y única.
Todo es fin escondiéndose en el hueco de las promesas, sacudiendo la memoria incrustada en mi extensa película.
Perséfones y abedules mienten envistiendo engaños en mi hierática cara.
Acerco mis pesadas huellas a un ente. Buscaba el indulto de un adulador. Esa fragancia que diluye en la razón mi simple conquista. Y única.
Desciendo encadenado, nuevamente, desde mi tierra dorada.
Prisionero de mi vida.
don dumas
Dedicada a Dios
Creemos ver más de lo que realmente somos. Nada entre un mar de sombras
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