Observa mi cara, cargada de espejismos. La lavo solo para sentir vida en el agua.
Protuberancias descendiendo de las nébulas.
¿Acaso duelen más esos aguijonazos de avispa? Bárbaro.
Me muerden todos sus números, del cero al nueve. Sin báculos
de por medio enrojeciendo al lacayo.
Nuestro Norte se ha fugado con primaveras. El sonido ahora
lo busca.
Desarropado o ignominioso, es un vulgar anónimo. Pertenece en exclusiva a la gravedad de mi
pensamiento.
Con este libro, en el que no os miento.
Viajo en un velero, de enormes proporciones. El timón de
hierro arde oxidado por el salitre de tu mar. Pero el rumbo ¡ay cucaracha! lo
dirijo yo.
Encallaré entre mareas de inconsciencia ¡Oh penumbra!
Eres tú, la luciérnaga que me acompaña entre tormenta y
tormenta.
Entre tormentas me emborrachan tus tristes ojos.
don dumas