domingo, 8 de marzo de 2020

VIDAS




Nací un siete de Octubre en el lugar desconocido
Del laberinto azul
Aquí, mi primera página esparcida entre la hojarasca roja del otoño
En la casa de los vuelos aún se posaban las palomas, sus alas quebradas por la inercia buscaban mi oxígeno
Era el defenestrado alivio en dos círculos sin nombre, tocándose, con la estrechez existente en la respiración de una vieja extraña. Entre las paredes sepultas del evangelio azul, arden flechas a la dejadez de las flores
La mañana reflejaba en un balcón el cielo gris acariciado por el viento imperfumado
Del olor del día surgieron mis ojos, el escozor de la luz me ardía entre golpes de escaleras
Y de la bruma hacían las esquirlas su escondite, metálicas formas de la máquina divina
La negra mano acariciando la blanquecina mejilla. Dos vidas cantando a dos muertes
El querubín dio paso al demonio, en un viaje de oscuros pasos
En el crepitar de páginas arrugadas, árbol impar que no conoce noche
Y el día fue crepúsculo para la rosa que me hablaba, con sus negros pétalos vistiéndome de horizonte, sin principio y sin final, volaban sus palabras en la ermita del Santo
Quebradizo como el tiempo a los siglos, que me alejan y me acercan, en una  lluvia de gotas que al sentir mortal su caída…nacen

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