Era la muerte del instante
Y caía en la noche como un torrente
¡Qué lugar más frío es mi infierno!
Donde arden entre horribles gritos los cercanos pájaros del instinto
Ermitaño lugar que encumbra en Atenea el robusto de sus ojos
Echo de menos su fatídico roce de plasma
ante la implosión de los segundos
Mi estimado hombre blanco
Señorial
¿Has dejado de hablarme?
¡Espíritu solemne!
Tu lengua oscura desenterraba el árbol de los viernes trágicos
En aquellos pequeños trances de mi instante
Regresas por el aturdido camino en el que no te leo
hasta el estallido de mi parsimonia
He inventado palabras y he olvidado frases
Mi espíritu no respira, mi ego se solventa
don dumas